Estos tres personajes están promovidos por el apego, el miedo o la rabia. Para poder trabajar este «triángulo dramático» es necesario ser muy consciente de nuestros pensamientos y actos en diferentes situaciones. Cuando se activan es muy fácil pasar de un rol a otro y como yo digo «comienza la función» y una montaña rusa de emociones. En este blog os explico cómo actúan cada uno de ellos y os comparto cómo trabajarlos y salir de ellos en un momento determinado.
Sinceramente, el conseguir salir de ellos produce que por «arte de magia» las situaciones se coloquen en su sitio, cada uno nos responsabilicemos de nuestras emociones y podamos vivir desde el corazón, sanar nuestras relaciones, la independencia y empoderarnos los un@s a los otr@s.
SALVADOR
Basamos esta postura de Salvador en el apego a ser necesitado, y considerar que la persona de enfrente no es capaz de encontrar la solución a sus frustaciones y dificultades.
Este ha sido uno de los personajes que mejor interpreto, le he bautizado la «super woman» , aquella que siempre está para el resto ayudando, escuchando y gestionando cualquier cosa que la gente que considero que está mal necesita. Muchas veces (por no decir la mayoría que estoy en él) incluso adelantándome a que me pidan ayuda. Este rol lo he hecho mucho en mi entorno familiar, con amig@s y en muchos de los trabajos que he realizado.
Total como yo lo hago rápido, como tengo energía y puedo con todo… pobrecitos, mira que mal están. Pues seguro que si yo les ayudo y hago esto estarán mejor y entonces me sentiré mejor yo también, poniendo la responsabilidad de mi felicidad en la de otr@s.
¿Cómo identificar el rol de salvador?
Para saber si estamos en este personaje, nos damos cuenta que la ayuda que ofrecemos tiene un peaje a pagar que inconsciente exigimos a la persona salvada . Cuando ayudamos desde el corazón no esperamos nada a cambio.
Lo identifico porque de repente sin darme cuenta he entrado en una avorágine de ir de un lado a otro, escuchando a todos los demás, y no sé ni dónde estoy ni quién soy ni qué hacer en mi vida. Me pierdo totalmente, pero encima empiezo a sentirme mal cuando me doy cuenta que no «me pagan a cambio el peaje», sea atención, amor, consideración o ayuda. En ese momento, es problable que pase directamente al papel de Víctima y/o Verdugo. Y me digo «qué desconsiderados, no se están dando cuenta que he dejado mi vida a un lado por ayudarles» .
Otra de las características de este personaje es la de sentirse necesario creando un apego para con los demás, pero ¿qué pasaría si no fuera así? ¿estamos intentando llenar un vacío interior o escapando de nuestra propia vida?
Muchas veces cuando me he pillado en este rol es porque no quiero responsabilizarme de mi propia vida, con lo cual es mucho más fácil arreglar los problemas de los demás que tomar las decisiones de la mía propia.
Expresiones del salvador:
«Con todo lo que he hecho por ti…», «De acuerdo, yo me encargo del asunto, pero no me viene nada bien…», «Mira, he encontrado una solución para tu…», » Si, pero pobrecito, hay que comprenderlo…», «Eres duro con él, lo que vive no es fácil…»
¿Qué consecuencias tiene en la persona salvada?
Conseguimos quitarle el poder de responsabilizarse a la persona que lo necesita. Fomentamos que la persona salvada siga en su papel de víctima, aumentando su desempoderamiento. Incluso como la víctima y el salvador se alimentan el uno del otro, cuanto más actuamos como salvadores, las personas que están en la víctima más se «aprovechan» de esta ayuda exigiendo más y más del resto y desempoderándose cada vez más.
Es decir creamos una relación de co-dependencia insana , generando de esta manera emociones que nos hacen sentir que la vida es injusta.
¿Cómo salir de ese papel?
Cuando reconozcamos el papel de víctima a nuestro alrededor, deberíamos permitir que fuera la persona quien encontrara sus respuestas, buscara la solución y cuando las tuviera en el caso de que necesitara ayuda, fuera esa persona la que nos lo pidiera desde su propia responsabilidad.
Ayudar es acompañar,sostener y confiar en que la persona está en su proceso y será capaz de salir de ahí, no tiene nada que ver con actuar por los otros.
Cuanto más lo practiquemos, veremos cómo la víctima va saliendo de su rol y empieza a crecer por sí sola. Empoderándose y sintiéndose mejor consigo misma.
Si actuamos desde nuestro propio apego adelantándonos a posibles «malestares» de la gente, debemos tomarnos un tiempo, un respiro y decir. ¿Qué estoy intentando evitar en mi vida? ¿Qué parte de mi vida no quiero resolver y gestionar para necesitar sentirme querida?
Deja de creer que hay gente que es víctima y que no tiene recursos para ayudarse.
Comprende que puedes ser merecedor de atención y gratificaciones por otros medios.Conviértete en tu propio salvador particular.
Practica la ayuda sana. Espera a que los demás te pidan ayuda.
¿Cómo reaccionar ante un salvador?
Deja a un lado el rol de víctima. Escucha tu poder interior y confirma que puedes salir de la situación por tu propio pie.
Se consciente de que eres adulto y responsable de tu vida.Agradece su ayuda, pero dile que no la necesitas en ese momento.Dile que si necesitas su ayuda, se la pedirás.
VÍCTIMA
Aquí otro de mis personajes favoritos, «la drama queen» que tanto reconozco últimamente cuando la vida me da oportunidades para crecer y aprender.
Este personaje se activa desde el miedo irracional a todas esas cosas que salen fuera de aquello que esperamos de la vida, cuando esta nos sorprende con situaciones que nuestra mente considera «malas» o difíciles.
¿Cómo identificar a la víctima?
Cuando estamos realizando este papel buscamos la atención de los demás, remover la pena para activar a los posibles «salvadores» de nuestro alrededor y que de esta forma nos rescaten de nuestra «mala fortuna» o esa vida de «mierda» que tenemos y que no nos merecemos.
Además creemos que es nuestra culpa, que hemos actuado de alguna manera mal y nos autocastigamos creyendo que no hay solución y que no podemos salir de esa situación en la que estamos. No hay nada que hacer… con lo que sentimos que la vida y las personas nos tratan siempre mal.
Si estamos actuando desde el victimismo nos diremos ¿por qué a mi? ¿Qué he hecho yo para que todo me salga mal?.
Normalmente la víctima juzga a las personas cuando no le ayudan, hay mucha rabia detrás porque las cosas no suceden como uno espera, entonces es cuando todos esos miedos de todas las posibles cosas que pueden pasar nos paralizan.
Expresiones de la víctima:
«Por tu culpa…», «Si hubiese tenido…», «Si no hubiese tenido…», «Quería…pero no he podido», «Ya no puedo más», «Estoy harto». Todos, nunca, nadie, en todas partes, en ninguna parte, todo y nada. «Yo no sabía», «No se cómo se hace», «Es demasiado complicado».
¿Qué consecuencias tiene actuar como víctima?
Cuando actuamos desde el papel de víctima nos sentimos paralizados, de esta forma no tenemos la capacidad de actuar para que aquello que está pasando se solucione.
Es más suele ser un círculo vicioso, que va creciendo. Normalmente la vida te responde con más situaciones dolorosas de manera que puedas tomar acción y darte cuenta de los aprendizajes y crecimiento que hay detrás, una vez que te responsabilizas y los gestionas con entusiasmo y alegría todo cambia.
Si no nos damos cuenta del poder que tenemos de salir de todas las situaciones, seguiremos inmersos en una actitud pesimista y victimista que hará que la vida que vivamos sea consecuencia de dejarnos llevar por nuestros propios pensamientos negativos.
¿Cómo salir del rol de víctima?
Cuando se nos activa este personaje, es importante cambiar la pregunta ¿por qué? con ¿para qué? siempre hay un aprendizaje detrás de una situación dolorosa o difícil, y finalmente esta vida hemos venido a vivirla a aprender y crecer con lo cual, si cambiamos el foco a una parte más positiva encontramos la magia y el aprendizaje en todas esas situaciones y adversidades que la vida nos trae.
Para aprender a gestionar esas situaciones me digo, el dolor es como las olas en el mar cuando hacemos surf, viene para que aprendamos a surfearlo con actitud positiva, alegría, y disfrute. Sabiendo que cuando seamos capaces de subirnos a la tabla y acompañarlas nos sentiremos plenos, felices y conectados con el todo.
Se consciente de tu pasividad. Eres responsable de tu vida y es a ti a quien le toca actuar.Deja de quejarte y pide aquello que quieras de forma precisa, sin dramas.
La solución está en tu interior, tú sabes lo que quieres, hacia donde quieres ir, cómo llevar tu vida…La respuesta a todo lo que necesitas y deseas la tienes tú.
Sin victima que permite, no hay verdugo.
¿Cómo reaccionar ante una víctima?
Cuando nos encontremos frente a una persona en su papel de víctima, automáticamente es importante recordarte que la persona es capaz de encontrar la solución y activarla por si solo. Si ponemos la atención en lo que dice y nos lo creemos, probablemente se active en nosotr@s la pena y nuestro papel de salvador pase a la acción.
Es importante acompañar a esa persona a devolverle el poder de pedir ayuda en el caso de que lo necesite, llevarle al presente y confirmar que estás ahí sosteniendo para que tome acción cuando lo sienta. Aceptar su propio proceso.
Es recomendable tener en cuenta que la persona no es víctima en este momento, justo ahora. Lo que hace es repetir estados aprendidos del dolor de su pasado.
Deja de escuchar sus quejas e historias en las que se etiqueta como un desgraciad@.
Interrumpe ese monólogo de quejas e injusticias vividas y llévala al momento presente. Pregúntale: ¿Cuál es el problema ahora? ¿Cómo puedo ayudarte?
VERDUGO
El personaje del verdugo es severo, crítico, juzga y es hiriente. Aquel que detrás encubre una rabia y cólera no gestionada, a veces incluso envidia de ver al de enfrente feliz. Suele inspirar miedo ya que se mueve con agresividad y crueldad.
Este personaje lo he nombrado en mi, «la todopoderosa» , esa que lo hace todo mejor que los demás, que quiere llevar la razón siempre y que considera débiles a las víctimas o la gente que no se confronta en las discusiones. Además se dispone desde una actitud aleccionadora, entendiendo que su verdad es la única que existe.
¿Cómo identificar al rol de verdugo?
Cuando interpretamos este papel nos sentimos con una verdad absoluta que nada ni nadie nos puede rebatir.
Entramos en la discusión de querer tener razón y juzgamos al resto por su situación, entramos en el papel de «crítico de películas», con el poder de opinar sobre lo que hacen y deshacen otros, diciendo si está mal o bien.
Expresiones del verdugo:
«No es posible, «Sí, pero…», «Con mi ex solía…», «Deberías tener cuidado con tu nuevo amigo…», «Tú también has…», «Ah, ves cómo tú también», «El otro día eras tú el que…», «Querido, ¿podrías…?», «¿Cómo?¿Te atreves a acusarme, a mí que he…?»
¿Qué consecuencias tiene actuar como verdugo?
Si nos posicionamos desde este personaje, estamos encubriendo nuestras propias heridas y necesidades de manera que proyectamos esa rabia en el enfrente por no trabajarlas.
En vez de responsabilizarnos de que hay algo interno que trabajar, una rabia, cólera algo que no nos gusta de nuestra vida que podemos cambiar y gestionar, culpabilizamos a nuestro alrededor juzgandolo para contrarrestar esa frustación que sentimos.
¿Cómo salir del rol de verdugo?
Si tienes esa sensación de que estás poniendo el foco fuera y criticando a tu alrededor y te das cuenta. Ten un momento para ti y busca el origen de tu frustración.
Revisa qué motivo te está haciendo sentir mal, es probable que sea un espejo que necesites trabajar en ti.
Define cuáles son tus necesidades insatisfechas. Hazte cargo de tus necesidades y sana esas heridas.
Deja de juzgar y empieza a ver a los demás como iguales. Todos cometemos errores, tú también. Empatiza con el resto, todos estamos en un camino aprendiendo y lo hacemos lo mejor que podemos.
¿Cómo reaccionar ante un verdugo?
Cuando te sientas agredido o estés ante una persona que agresivamente está atacandote con mucha rabia y cólera, tomate un segundo para respirar.
Recuerda que solo puedes ser herido si se lo permites. No te tomes nada de lo que diga como algo personal. No lo es.
Evita replicar atacando, no es el momento, no arreglarás nada. Simplemente date cuenta que esa rabia que está poniendo en ti es una herida suya no gestionada.
Intenta respirar y bajar la energía de la situación o simplemente deja que pase, no es momento de entrar en ninguna discusión.
Si sientes que se puede conversar, a mi me ha ayudado devolver el juicio en forma de pregunta para hacer responsable a la persona de su propia frustación, y de esta forma «devolver la pelota» como yo digo.
Es decir, esto que tanto te molesta o que estás juzgando ¿qué tiene que ver contigo? ¿qué estás haciendo tú en relación a esta situación?
Espero que estos ejercicios os ayuden tanto como a mi a salir de este «triángulo del drama» y sobre todo a aceptar esos personajes que aparecen a diario. Cuanto más conscientes somos de ellos, mejores relaciones conseguiremos tener y nos sentiremos que podemos ser más nosotr@s mism@s.
Si quieres, escribe en comentarios los nombres de vuestros personajes o situaciones que os resuenen.
