Sentirte juzgado y no reaccionar es algo que para mi ha requerido de mucho trabajo interno para entender a la otra parte y aceptar que aunque haya juicios, esos juicios no están hablando de mi, sino de la persona que los emite. Cómo aceptar los juicios desde el amor es lo que estoy integrando día a día, sabiendo que todo lo que sucede en la vida es un aprendizaje para seguir creciendo.
¿ qUÉ NOS MUEVE A JUZGAR ALGO O ALGUIEN?
Cuando juzgamos a otra persona muchas veces es nuestro propio miedo el que habla a través de nuestro juicio. Bien sea porque la persona juzgada está actuando de una manera que no podemos llegar a entender, o bien porque nos está removiendo la envidia de algo que nos gustaría hacer, pero nos da miedo, con lo cual es nuestro propio juicio el que nos dice que eso está “mal” para protegernos y quedarnos en una zona de confort conocida.
¿ qué pasa cuando nos creemos el juicio de alguien?
Han sido muchos juicios los que en mi vida han hecho que cambiara de opinión y de rumbo porque creía que aquello que mi corazón guiaba no era lo “correcto”. Siendo muchas veces los juicios de mi entorno familiar o círculo cercano los que más valoraba, hasta el punto de valorarlos más que mi propia opinión.
De esta manera llegué a caer en la auténtica oscuridad de no saber quien era ni lo que quería. Porque había diseñado una auténtica máscara para poder encajar en lo que todo mi alrededor esperaba de mi, basándome en las creencias y valores de cada uno de ellos y no en los míos propios. Todo esto lo hice hasta que me perdí completamente. Con lo que ahora estoy muy atenta cada vez que me siento juzgada, y antes de creerme lo que me dicen lo veo desde un espectador y lo cuestiono. Porque no somos aquello que los demás ven en nosotros.

¿Qué pasa cuando reaccionamos ante un juicio?
Cuando empecé a trabajarme, me puse metas: el próximo juicio que reciba voy a contestar. No voy a aceptar que otra persona me juzgue. ¿Qué hacía? intentaba justificarme y convencer a la otra persona que no tenía razón. Estas conversaciones normalmente acababan en discusiones que no llegaban a ningún sitio. Porque realmente, la que me estaba juzgando era yo misma al creerme lo que la otra persona me decía. Acababa sintiéndome fatal conmigo misma, porque sentía que no estaba siendo aceptada por mi alrededor, y encima no me estaban entendiendo. En cambio , realmente lo que estaba buscando era una aceptación de mi niña interior.
Ahora me digo, las opiniones que para mi tienen valor sobre mi trabajo, mi vida, etc, son las de personas que por lo menos se han atrevido a salir de su zona de confort, y están viviendo algo similar a lo que estoy viviendo yo, porque entonces saben por lo que se pasa y entonces ese juicio si es desde el amor puede que me abra los ojos hacia algo. Pero si el juicio es de alguien que realmente su realidad dista mucho de la mía y proviene del miedo …. No tiene ninguna validez para mi porque está basado en unos valores y creencias totalmente diferentes. Las acepto pero no me los creo y hago como míos.

¿Qué podemos hacer ante un juicio desde el amor?
Primero debemos entender que aquello que cada uno decimos y juzgamos habla mucho más de nosotros mismos que de la persona en sí a la que estamos juzgando. Porque entonces cuando estamos en calma, podemos escuchar el juicio de la otra persona con los oídos abiertos, y podemos responder a ese juicio con una pregunta devolviendo la pelota como si fuera de un partido de tenis. Y ¿esto que estás juzgando, ¿qué tiene que ver contigo? Porque basándonos en la ley del espejo, aquello que nos remueve de la persona de enfrente, es algo que está en nosotros.
Por eso además de escuchar los juicios ajenos, me gusta observar los míos propios cuando me pillo juzgando u opinando sobre otr@s sin tener ni idea de las circustancias de la otra persona. De esta manera me hago la pregunta ¿cris, esto que tanto te molesta o te remueve, qué creencias tiene detrás? ¿qué es lo que tus mecanismos de defensa están intentando protegerte de hacer?
Es un gran ejercicio el trabajar los juicios, porque como humanos, rechazamos todo aquello que nos da miedo o lo que vemos en otros que nos gustaría conseguir, pero no nos sentimos merecedores de ello con lo que juzgamos para justificarnos nuestra incapacidad para ir hacia nuestros propios sueños.
Así que te propongo que la próxima vez que juzgues o te juzguen te tomes unos segundos, respires y te hagas o hagas las preguntas ¿y esto qué tiene que ver contigo? ¿qué es lo que estás rechazando en ese juicio que te está impidiendo accionar?
Si quieres comentar alguna vez que te hayas sentido juzgad@ y cómo lo has gestionado me encantaría leerte.